Entonces de pronto pude sentir algo que me decía que lo que sentía no era tan malo, que tal vez estaba envuelta de errores, pero que ellos se hacían invisibles e impedían que me diera cuenta de mi verdad. Sentía que lo amaba, es más; sentía que ya era parte de mí. Y luego surgió una pregunta; ¿Hasta qué punto el sentir eso podría ser bueno?